lunes, 23 de febrero de 2015

Don José León Cerna Celis y el arte sanar con las manos.



(Dedicado a la memoria del tío Rolando Cerna Morales, "Rolo")


Se han cumplido 88 años de la muerte de don José León Cerna Celis y ya pocos lo recuerdan como el más antiguo “componedor de huesos” de San José. “El patriarca”, “Soldado del trabajo” como era conocido descendía de una de las muchas familias que abandonaron la arruinada Saña  en el siglo XVIII para establecerse en San José, allí nacería en 1830.     
                 
Su vida estuvo llena de aventuras, tuvo la suerte de vivir y participar en las revoluciones caudillistas y las guerras con España y Chile, en este último conflicto en la etapa de invasión, junto a su hermano don Manuel formó parte de la histórica montonera de resistencia antichela formada por el ilustre sanjosepano don Pedro Ríos y Yépez. Pero no trascendió por su heroísmo si no por su vocación de servicio, estaba dedicado desde muy joven a curar las torceduras y quebraduras de los huesos, había nacido para aliviar las dolencias de la humanidad, su nombre se volvió sinónimo de magia en todo el norte, por ellos son muchas las anécdotas y semblanzas sobre su vida, como la del insigne escritor don Vicente Rázuri Cortez, que lo describió como un hombre moreno, alto de cuerpo, de barbas blancas patriarcales y alegre.                       
                                                                           
El prestigio logrado por Cerna le permitió ocupar por varios años el cargo de Juez de Paz y miembro de la junta de notables, pero no logro fortuna a pesar de que su ancestral oficio fue muy solicitado, la razón sin duda seria que nunca exigió pago alguno a sus pobres pacientes, esperando solo su voluntad al igual que con los ricos terratenientes que también acudían ser aliviados por lo que hacían sus  manos grandes y dedos largos. Todos ellos recurrían según “Lata” a su modesta casa que se había convertido en un verdadero templo de sanación o era don José León quien salía a caballo llevando sus emplastos y yerbas medicinales que pronto aliviarían torceduras, zafaduras, contusiones, quebraduras, etc. Además de recorrer todo el valle jequetepeque, llego hasta Chiclayo, Cajamarca, Trujillo y las múltiples propuestas de llevarlo a Lima, tengamos en cuenta que muchos de los médicos de la época recomendaban sus servicios, reafirmando la creencia en la ciencia oculta.

Su fallecimiento en 1923 enluto al pueblo en general y su cortejo fúnebre fue de los más grandes de la historia del valle jequetepeque, estuvieron presentes gentes de todos los niveles socioeconómicas, destacando la clase media sanjosefana representada por los señores don José Biffi, Fedeberto Ortiz N., Segundo Paz y Manuel Quispe. Así fue registrado por los medios de la época que junto a reconocidos intelectuales le dedicaron justos tributos. Don Juan Carril Muñoz, maestro en San José le dedico una semblanza en la cual destacando su caridad y sorprendente “magina” para salvar incluso de la muerte a los dolientes.
La antigua tradición de flotar y soldar huesos no había muerto, de su matrimonio con doña Baltazara Fernández nacieron Abraham, Juan y Casimirio, los dos primeros siguieron los pasos del famoso anciano, se convirtieron en hombres muy relacionados que llegaron a ser miembros de la clase dirigente de San José, recorrieron el Perú a caballo, vapor, ómnibus, incrementando la fama del clan milagroso.  

Los tres hermanos se unieron a tres honorables hermanas sanjosefanas, doña Domitila, Grimaldina y Sandalia Núñez Neira, pertenecientes a una histórica y antigua familia de origen peninsular. De esta peculiar unión surgieron las más notables familias que ha tenido y tiene San José, los llamados “Hueseros Cerna” que gozaron del reconocimiento social continuaron la tradición familiar, destacando don Felipe y  Teodoro Cerna Núñez que llegaron a curar a miles de personas, también don Rolando Cerna Morales que partió de este mundo en 2013. En la actualidad sus descendientes en San José conservan esa magia de la cirugía invisible y otros que salieron y combinaron sus conocimientos empíricos con lo científico, como los recocidos  quiroprácticos don Walter Cerna y el joven  Jorge Cerna Creame.

Los sanjosefanos tenemos una gran deuda no solo con Nixa y otros brillantes hombres, también con esta honorable casta de curanderos que dieron fama a nuestro SAN JOSÉ, señores estamos a tiempo de rendirles el homenaje que merecen, sería el primer paso para consolidar nuestra identidad local, este es mi pequeño aporte que busca rescatar el origen del “ARTE DE SANAR CON LAS MANOS”.


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Author & Editor

Estudiante de historia y amante de la genealogía.

2 comentarios:

  1. Alguien sabe del Sr Felipe Cerna Morales que fue quiropráctico y atendía en Av Garzon cuadra 12 en Jesús Maria, quise ubicarlo pero ya no vivía allí...

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